Sé feliz
Vas conduciendo por la carretera, escuchando la radio, y suena una canción que te hace sentir feliz. Inmediatamente estás de mejor humor y preparado para afrontar cualquier cosa que te depare el día. La magia de la música vuelve a aparecer, pero ¿cómo puede algo tan intangible tener un efecto tan positivo en nosotros?
Las investigaciones han descubierto que cuando un sujeto escucha una música que le produce escalofríos, se produce una liberación de dopamina en el cerebro. Y, por si no lo sabes, la dopamina es una especie de sustancia química naturalmente feliz que recibimos como parte de un sistema de recompensa. Ahora bien, esta es la parte realmente interesante: La dopamina no sólo se libera durante los momentos de máxima actividad musical, sino también cuando anticipamos esos momentos. Es como si nuestro cerebro nos recompensara por saber que un estribillo realmente bueno está a punto de sonar.
Escuchar una canción de nuestra adolescencia nos trae un torrente de sentimientos y recuerdos. Pero, ¿por qué esas canciones tienen tanta fuerza en nuestro núcleo emocional? Nuestros cerebros se desarrollan rápidamente entre los 12 y los 22 años (por algo los llaman años “formativos”), así que cuando establecemos una conexión con una canción durante esa época, se trata de una fuerte conexión neurológica. La enorme descarga de hormonas asociada a nuestros años de pubertad le dice a nuestro cerebro que todo es superimportante, y eso incluye cualquier música que estemos escuchando en ese momento. Por eso, cuando escuchamos un verdadero retroceso a nuestros días de instituto, es algo poderoso.
No te preocupes, sé feliz
Los quejosos y las personas negativas son malas noticias porque se revuelcan en sus problemas y no se centran en las soluciones. Quieren que la gente se una a su fiesta de compasión para sentirse mejor con ellos mismos. La gente suele sentirse presionada a escuchar a los quejumbrosos porque no quieren ser vistos como insensibles o groseros, pero hay una línea muy fina entre prestar un oído comprensivo y dejarse arrastrar por sus espirales emocionales negativas. Para evitarlo, hay que poner límites y distanciarse cuando sea necesario. Piénsalo así: Si una persona estuviera fumando, ¿te quedarías sentado toda la tarde inhalando el humo de segunda mano? Te distanciarías, y deberías hacer lo mismo con las personas negativas. Una buena forma de poner límites es preguntarles cómo piensan solucionar sus problemas. Entonces, el quejoso se callará o redirigirá la conversación en una dirección productiva.
Deberías esforzarte por rodearte de gente que te inspire, gente que te haga querer ser mejor, y probablemente lo hagas. Pero, ¿qué pasa con las personas que te hunden? ¿Por qué permites que formen parte de tu vida? Cualquiera que te haga sentir inútil, ansioso o sin inspiración te hace perder el tiempo y, muy posiblemente, te hace más parecido a ellos. La vida es demasiado corta para asociarse con personas así. Deja de relacionarte con ellos y verás cómo se dispara tu inteligencia emocional.
A veces no quiero ser feliz
Este artículo se ha publicado en colaboración con Inc., que ofrece consejos, recursos y opiniones útiles a empresarios y propietarios de negocios. El artículo que sigue fue publicado originalmente enInc.com. Existe una mejor práctica fácil de articular, pero difícil de implementar, cuando se trata de cómo enseñarse a sí mismo a ser feliz. Se basa en el reconocimiento de que las cosas positivas que uno hace por otras personas suelen revertir para crear positividad en su propia vida. En efecto, hacer pequeñas cosas para hacer felices a otras personas puede mejorar en gran medida tu felicidad.
¿Eres feliz?
Todos queremos ser felices. Pero a veces pensamos que la felicidad es algo que nos sucede, algo sobre lo que no tenemos control. Es fácil relacionar la idea de felicidad con la situación en la que nos encontramos. Podemos decirnos a nosotros mismos: “Si las cosas fueran diferentes, entonces sería feliz”.
Parte de la felicidad depende de la personalidad. Algunas personas tienen una naturaleza naturalmente feliz. Todos conocemos a personas que son alegres y optimistas la mayor parte del tiempo. Su personalidad optimista les facilita ser felices.
¿Qué significa eso para las personas que han nacido con una personalidad más bien malhumorada? Pueden ver los defectos de las personas y las situaciones en lugar de lo bueno. Es posible que su estado de ánimo sea más sombrío que alegre. Pero si les gustaría ser más felices (¿y a quién no?), es posible conseguirlo.
La felicidad es más que una buena sensación o una cara sonriente amarilla. Es la sensación de disfrutar realmente de la vida y el deseo de sacar lo mejor de ella. La felicidad es la “salsa secreta” que puede ayudarnos a ser y dar lo mejor de nosotros mismos.