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Aprender un nuevo idioma tiene muchos beneficios. Las lenguas son ventanas a diferentes culturas que nos permiten conectar con otras personas de todo el mundo. Pero aprender un nuevo idioma va más allá de mantener una simple conversación o tener acceso a diferentes palabras, conceptos y metáforas.
Un estudio reciente del Dr. Thomas Bak -profesor de la Facultad de Filosofía, Psicología y Ciencias del Lenguaje de Edimburgo- muestra que los adultos jóvenes que dominan dos idiomas obtienen mejores resultados en las pruebas de atención y tienen mayor concentración que los que sólo hablan un idioma. El Dr. Bak realizó las pruebas a 853 participantes en 1947, cuando todos tenían 11 años. Se les volvió a hacer la prueba en 2008 y 2010, cuando tenían más de 70 años. Descubrió que los que se convirtieron en bilingües obtuvieron mejores resultados de lo esperado. Los efectos más fuertes se observaron en la inteligencia general y la lectura. Los resultados mostraron que aprender un nuevo idioma en la edad adulta sigue teniendo resultados positivos, lo que significa que nunca hay razón para sentirse demasiado viejo para obtener los beneficios cognitivos de aprender un nuevo idioma.
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¿Sería exagerado suponer, entonces, que la música podría ser una herramienta útil para el aprendizaje de lenguas extranjeras? Según las investigaciones realizadas en múltiples disciplinas, desde la neurociencia hasta la psicología de la educación, no es una exageración en absoluto, e incluso puede ser una de las claves para un dominio más rápido.
Si la música y el lenguaje son tan similares, ¿no deberían coincidir en el cerebro? La respuesta es sí, y probablemente ha sido así durante muchos miles de años. De hecho, cuando hablamos de música y lenguaje, a menudo nos encontramos con el dilema del huevo o la gallina. ¿Cuál fue primero, evolutivamente hablando?
“La música es una parte fundamental de nuestra evolución”, afirma Jay Schulkin, científico del Departamento de Neurociencia de la Universidad de Georgetown. “Probablemente cantamos antes de hablar con frases guiadas sintácticamente”.
En 2015, los investigadores descubrieron que podríamos utilizar la misma parte del cerebro -el área de Broca, bajo la sien izquierda- para procesar tanto la música como el lenguaje. Pero su descubrimiento tenía un matiz importante: específicamente la música instrumental (sin letra) y la gramática (no el significado de las palabras) se procesaban en la misma área.
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En este artículo mostraremos lo que hace nuestro cerebro cuando escuchamos a alguien que nos habla. En particular, mostraremos cómo los cerebros de los bebés y los niños están sintonizados para entender el lenguaje y cómo los cambios en el cerebro durante el desarrollo sirven como condiciones previas para el aprendizaje del lenguaje. La comprensión del lenguaje es un proceso en el que intervienen al menos dos importantes regiones del cerebro, que deben trabajar juntas para que se produzca. Esto sería imposible sin las conexiones que permiten a estas regiones del cerebro intercambiar información. Las fibras nerviosas que conforman estas conexiones se desarrollan y cambian durante la infancia y la niñez y proporcionan una base creciente para la capacidad de comprender y utilizar el lenguaje.
Cuando los bebés nacen, no pueden hablar ni entender palabras. La comunicación de un bebé es generalmente básica y no verbal. Los bebés no nacen con el habla o el lenguaje. Es algo que aprenden de sus interacciones con los demás. Durante el primer año de vida, los bebés dicen sus primeras palabras y pronto pueden decir frases completas. Al cabo de sólo 2 ó 3 años, los bebés ya son bastante buenos en la comunicación verbal y son capaces de decir lo que quieren. Este rápido progreso en las habilidades lingüísticas está probablemente apoyado por condiciones genéticas que apoyan el rápido aprendizaje del lenguaje.
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El uso del sonido es uno de los métodos de comunicación más comunes tanto en el reino animal como entre los humanos. Los animales utilizan la vocalización y las llamadas para comunicarse y compartir información crítica sobre la comida, los peligros y las intenciones individuales. La vocalización en el reino animal, por lo que sabemos, se basa en un vocabulario de sonidos relativamente pequeño, y un animal recién nacido está preparado para comunicarse con individuos adultos casi inmediatamente. En cambio, el habla humana es un proceso muy complejo y, por lo tanto, necesita un aprendizaje postnatal intensivo para ser utilizada con eficacia.
Además, para que sea eficaz, la fase de aprendizaje debe producirse muy pronto en la vida y supone un funcionamiento normal de los sistemas auditivo y cerebral. De hecho, la integridad del sistema auditivo parece ser muy importante para el proceso de aprendizaje del lenguaje. Los niños que pierden la capacidad auditiva sufrirán un declive en el lenguaje hablado porque no pueden oírse a sí mismos y pierden una importante retroalimentación auditiva.
Hoy en día, los científicos y los médicos están descubriendo las zonas cerebrales importantes que intervienen en el procesamiento de la información lingüística. Dichas zonas se reúnen en una serie de redes lingüísticas, como la de Broca, la de Wernicke, la temporal media, la parietal inferior y la circunvolución angular. La variedad de estas zonas cerebrales muestra claramente que el procesamiento del lenguaje es una tarea muy compleja.
