Ejemplos de epifanía en la vida real
Un chico está cortando el césped cuando empieza a pensar en el último problema de matemáticas que tuvo en clase. Se da cuenta de que sería más feliz si trabajara en matemáticas en lugar de hacer tareas. En ese momento, decide que va a ser ingeniero.
Una mujer está atrapada en un gran atasco de camino al trabajo. Sentada incómodamente en su coche, se da cuenta de que no quiere ir a su despacho en la empresa de contabilidad, y que su verdadera vocación es ser peluquera. Ese día, da su preaviso de dos semanas antes de renunciar y asistir a la escuela de belleza.
La epifanía es un recurso notable, ya que se produce en contadas ocasiones. La epifanía, por definición, debe surgir en la mente del personaje de forma milagrosa y repentina, a menudo en medio de las actividades cotidianas. Dado que la epifanía es un acontecimiento tan trascendental, sólo debería aparecer en las historias en contadas ocasiones. A menudo, las epifanías se utilizan como punto de inflexión antes de la conclusión de una historia. Por lo general, las epifanías se producen hacia el final de una historia, después de la acción ascendente y después de que un personaje haya luchado por la vida sin la revelación. Después de la epifanía, la historia puede concluirse porque el personaje ha visto las cosas bajo una nueva luz y ha hecho cambios positivos en su vida debido a esa comprensión.
Discurso de la Epifanía
La luz cambia tan rápidamente en esta época del año. Después del solsticio de invierno, la luz diaria aumenta de forma silenciosa, persistente y notable. La calidad de la luz también cambia, pasando de la luz dura y cristalina del invierno a la luz más suave y acariciadora de la primavera.
Tómate un momento cada día para notar una sola cosa ordinaria sobre el extraordinario regalo de la luz. Porque notar la luz física en el mundo y en tu vida te está entrenando para ver la luz de Cristo que brilla en toda oscuridad.
Ejemplos de ensayos de epifanía
Esta breve liturgia es una forma de marcar nuestros hogares, normalmente en la entrada principal o delantera, con signos y símbolos sagrados mientras pedimos la bendición de Dios sobre los que viven, trabajan o visitan a lo largo del próximo año. En el Éxodo, los israelitas marcaron sus puertas con sangre para que el Señor pasara por encima de sus casas; pero en este servicio, marcamos nuestras puertas con tiza como señal de que hemos invitado a la presencia y la bendición de Dios en nuestros hogares
En Deuteronomio 6:9 Dios le dice al pueblo de Israel “Estas palabras que hoy te mando estarán en tu corazón. Las enseñarás con diligencia a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa… Las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas”. Escribir con tiza en la puerta es una forma tangible de honrar a Dios en nuestras vidas.
El primer y el último número se refieren simplemente al año en curso. Las letras C M B provienen de los nombres tradicionales de los tres reyes: Caspar, Melchor y Baltasar. Algunos sugieren también “Christus Mansionem Benedicat”, que significa “¡Que Cristo bendiga esta morada!”.
Significado de la epifanía romántica
El 6 de enero, la Iglesia celebra la solemnidad de la Epifanía. La Epifanía celebra la revelación y manifestación de Cristo Rey a los Reyes Magos y, en última instancia, al mundo gentil. Los Magos recorren muchos kilómetros siguiendo una estrella hasta que ésta se posa sobre el Niño Jesús en Belén. Allí, ofrecen al Niño Jesús regalos dignos de un rey justo y eterno que, según la profecía, proveerá de abundancia a sus pueblos, defenderá la causa de los pobres con justicia, librará a los necesitados, aplastará al opresor y al violento y traerá la paz (Salmo 72:1-7; 10-14).
Al igual que con toda la Escritura, hay tantas dimensiones, percepciones y facetas de la historia de los Magos que podemos enfocar y exponer. Dado que el tema de la Conferencia Anual de las Grandes Llanuras de este año es “Proclamar a Cristo”, me gustaría centrarme en una faceta particular de esta hermosa historia de la Epifanía, es decir, cómo el Espíritu de Dios conduce y lleva a las personas a la fe en Cristo.
A lo largo de los años he escuchado innumerables y fascinantes historias sobre cómo el Espíritu de Dios atrae a las personas a la fe en Cristo. Algunas historias de fe afirman cómo la crianza de toda la vida de su familia e iglesia cristiana los llevó naturalmente a convertirse en seguidores de Cristo. Otros cuentan historias de encuentros sobrenaturales o extraordinarios con Dios que les llevaron a la fe en Cristo. Otros llegan a la fe cuando se encuentran, como dice el salmista, salvados de un “pozo de muerte, en el lodo y la suciedad de la vida” (Salmo 40:2 CEB).
