¿Cuál es el problema filosofía del cambio?

¿Cuál es el problema filosofía del cambio?

La filosofía cambia con el tiempo

7 de abril de 2008 por timrayner 21 Comentarios El antiguo filósofo Heráclito de Éfeso (530-470 a.C.) es uno de los pensadores más importantes de la historia. Los puntos de vista de Heráclito sobre el cambio y el flujo están en franca contradicción con la imagen del universo estático presentada por su predecesor Parménides (siglo V a.C.), y alimentaron la obra de innumerables filósofos, desde Marco Aurelio (121-180 d.C.) hasta Friedrich Nietzsche (1844-1900 d.C.).

La filosofía de Heráclito es un buen punto de partida para cualquiera que se preocupe por el cambio en la vida. Heráclito decía que la vida es como un río. Los picos y los valles, los pozos y los remolinos, forman parte del viaje. Haz como Heráclito: déjate llevar por la corriente. Disfruta del viaje, por muy salvaje que sea.

Heráclito nació en una familia rica, pero renunció a su fortuna y se fue a vivir a las montañas. Allí, Heráclito tuvo muchas oportunidades de reflexionar sobre el mundo natural. Observó que la naturaleza está en un estado de flujo constante. Lo frío se calienta, lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo seco se humedece”, señaló Heráclito. Todo se desplaza constantemente, cambia y se convierte en algo distinto de lo que era antes.

Citas de la filosofía del cambio

Uno de los mayores problemas que trataron los antiguos filósofos griegos fue el del cambio. ¿Por qué y cómo cambian los objetos? Platón estaba de acuerdo con varios filósofos griegos anteriores a él en que el cambio era un dilema incómodo. Su razonamiento era que la verdad era algo perfecto, y la perfección es inmutable. Los círculos perfectos son siempre perfectamente circulares. Cualquier cosa que cambiara no era perfecta. Las Formas de Platón abordan esto: son perfectas e inmutables, y son lo que es plenamente real; los objetos que cambian en el reino visible son menos reales. Otro problema que tenían estos filósofos era que el cambio les parecía un movimiento del no-ser al ser, algo que se creaba de la nada, lo cual no tenía sentido. Por ejemplo, a nuestros sentidos les parece que una bellota deja de ser una bellota y empieza a existir un roble. Algunos se preguntaban cómo puede ser esto, que un objeto de una clase pueda desaparecer y otro aparecer. Parménides llegó a declarar que todas las apariencias de cambio eran ilusiones. (Esto es lo que ocurre cuando se deja correr el razonamiento sin basarse en la experiencia).

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El cambio es una filosofía de la ilusión

La escala y la urgencia de este cambio son extremadamente desalentadoras, sobre todo porque la dirección actual de la marcha parece ir en sentido contrario. La amenaza inminente del colapso climático, la crisis del colapso de la biodiversidad y el agotamiento de nuestro suelo a escala mundial son los aspectos más extendidos y graves de los problemas que hay que abordar.

Nací y crecí en el seno de una familia socialista y, por tanto, preocupada por la teoría y la práctica del cambio social a escala mundial. He pasado toda mi vida profesional como periodista y, en todo momento, el objetivo ha sido concienciar a la opinión pública del daño colosal que se está haciendo a las comunidades, a la naturaleza, a la vida.

Ser testigo del ascenso del capitalismo neoliberal con su devastación altamente organizada y generalizada de la naturaleza -los bosques, las tierras de cultivo, las comunidades y las instituciones cívicas- ha sido extremadamente angustioso.

Sin embargo, no todo está perdido y se ha aprendido mucho en esas décadas perdidas. He sido activista, periodista de investigación y estratega. Los problemas a los que me he enfrentado en la organización me han enseñado cada uno algo diferente.

Aristóteles naturaleza y cambio

Las nociones básicas de la filosofía de la naturaleza de Aristóteles pueden entenderse a partir de su análisis del cambio. Cuando Aristóteles emprendió la tarea de explicar cómo es que las cosas cambian, un hecho evidente para cualquiera, primero tuvo que enfrentarse a la lógica aparentemente férrea de Parménides. Obligado por esta lógica, Parménides se había visto forzado a la posición de que en realidad no hay ningún cambio. Todo cambio es mera apariencia; la realidad es Una, y esta Una, que sólo es, es inmutable. Se vio obligado a adoptar esta postura porque, tal y como él entendía los términos del problema, el cambio no es lógicamente posible. Al no tener la noción de potencia, Parménides había argumentado que sólo hay dos alternativas para cualquier cosa, el ser y el no ser. Ningún nuevo ser puede venir del no-ser ya que “nada viene de la nada”. Tampoco puede venir nuevo ser del ser ya que lo que tiene ser, ya es y no empieza a ser: “el ser no puede venir del ser puesto que ya es”.

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El avance de Aristóteles sobre Parménides consiste en ver que, si bien es cierto que “nada puede venir de la nada”, no es del todo cierto que “el ser no puede venir del ser”. Hay que distinguir el ser-en-acto del ser-en-potencia. Si bien es cierto que del ser-en-acto, el ser-en-acto no puede venir puesto que ya sería. La alternativa de la que puede proceder el ser no es el no-ser, sino el ser-en-potencia. Del ser-en-potencia puede venir el ser-en-acto.

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