¿Cuáles son las 7 virtudes 3 teologales y 4 cardinales?

¿Cuáles son las 7 virtudes 3 teologales y 4 cardinales?

Cuáles son las 12 virtudes católicas

por el Espíritu Santo. El Pueblo de Dios proclama las virtudes de Jesús “que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (Primera de Pedro 2:9). El objetivo de una vida virtuosa es compartir la naturaleza divina con Dios y Nuestro Señor Jesucristo (Segunda de Pedro 1:1-7).

La fe, la esperanza y la caridad se llaman virtudes teologales, porque nos unen a Dios. La Prudencia, la Justicia, la Fortaleza y la Templanza se llaman Virtudes Cardinales o Morales, ya que rigen nuestras relaciones durante la vida. Las virtudes nos permiten dar lo mejor de nosotros mismos a Dios y a las personas en nuestra vida y en todo lo que hacemos.

La justicia es la virtud moral que nos lleva a respetar los derechos de los demás y a dar a Dios y al prójimo lo que les corresponde. Significa ser justo con Dios y con los demás. Ser justo con Dios incluye la responsabilidad de trabajar, pues el trabajo honra los dones del Creador y los talentos recibidos de él. Jesús ofrece la Regla de Oro en el Sermón de la Montaña: “Haced a los demás lo que queráis que os hagan a vosotros” (Mateo 7:12). La palabra “justicia” aparece en Isaías más que en ningún otro libro de la Biblia.

Caridad

Como la mayoría de las religiones, las prácticas y costumbres cristianas católicas enumeran varios conjuntos de valores, reglas y conceptos. Entre ellos están los Diez Mandamientos, las Ocho Bienaventuranzas, los Doce Frutos del Espíritu Santo, los Siete Sacramentos, los Siete Dones del Espíritu Santo y los Siete Pecados Capitales.

El catolicismo también enumera tradicionalmente dos conjuntos de virtudes: las virtudes cardinales y las virtudes teologales. Las virtudes cardinales se consideran cuatro virtudes -prudencia, justicia, fortaleza y templanza- que pueden ser practicadas por cualquier persona y que constituyen la base de una moral natural que rige la sociedad civilizada. Se considera que son reglas lógicas que ofrecen directrices de sentido común para vivir de forma responsable con los demás seres humanos y representan los valores que los cristianos deben utilizar en sus interacciones con los demás.

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El segundo grupo de virtudes son las virtudes teologales. Se consideran dones de la gracia de Dios: nos son dadas gratuitamente, no a través de ninguna acción por nuestra parte, y somos libres, pero no estamos obligados, a aceptarlas y utilizarlas. Son las virtudes por las que el hombre se relaciona con Dios mismo: son la fe, la esperanza y la caridad (o amor). Si bien estos términos tienen un significado secular común con el que todo el mundo está familiarizado, en la teología católica adquieren un significado especial, como pronto veremos.

Temperance

A principios del siglo IV, un monje llamado Evagrio Póntico elaboró una lista de pecados cardinales, en el sentido de que estos pecados fundamentales conducen a otros pecados. En el año 590, el Papa Gregorio revisó esta lista para formar el concepto moderno de los “siete pecados capitales”: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y orgullo. Estos pecados son bien conocidos hoy en día a través de la Iglesia católica y de famosos escritos y obras de arte, como La Divina Comedia de Dante, Los cuentos de Canterbury de Chaucer y Los siete pecados capitales de Cadmus. La lista de los siete pecados capitales va acompañada de una lista de siete virtudes, que se consideran el reverso de los pecados capitales. Ninguna de las dos listas, ni la de los siete pecados capitales ni la de las siete virtudes cardinales, es explícitamente bíblica.

Las virtudes son disposiciones habituales y firmes para hacer lo que es moralmente bueno. La Iglesia católica enseña que, creando hábitos para hacer el bien y dando lo mejor de nosotros mismos, uno puede parecerse más a Dios y superar la tentación del pecado. La Iglesia católica da mucha importancia a las siete virtudes como medio para combatir los siete pecados capitales y superar así el mal que llevamos dentro.

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Wikipedia

Las virtudes cardinales son cuatro virtudes de la mente y el carácter tanto en la filosofía clásica como en la teología cristiana. Son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Forman una teoría de las virtudes de la ética. El término cardinal viene del latín cardo (bisagra);[1] las virtudes se llaman así porque se consideran las virtudes básicas necesarias para una vida virtuosa.

Estos principios provienen inicialmente de Platón en el libro IV de la República, 426-435.[a] Aristóteles los expuso sistemáticamente en la Ética Nicomaquea. También fueron reconocidos por los estoicos. Cicerón las amplió, y Ambrosio, Agustín de Hipona y Tomás de Aquino[2] las adaptaron al tiempo que ampliaban las virtudes teologales.

Platón identificó las cuatro virtudes cardinales con las clases de la ciudad descritas en La República, y con las facultades del hombre. Platón narra una discusión sobre el carácter de una buena ciudad en la que se acuerda lo siguiente.

La templanza[b] era común a todas las clases, pero se asociaba principalmente a las clases productoras, los agricultores y artesanos, y a los apetitos animales, a los que no se asignaba ninguna virtud especial. La fortaleza se asignaba a la clase guerrera y al elemento animoso del hombre. La prudencia se asignaba a los gobernantes y a la razón. La justicia se sitúa fuera del sistema de clases y de las divisiones del hombre, y rige la relación adecuada entre las tres.

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