Filosofía
El filósofo griego Heráclito (activo en el año 500 a.C.) intentó explicar la naturaleza del universo asumiendo la existencia del logos, es decir, el orden o la razón, como principio unificador que guía todas las cosas y especificando el fuego como la sustancia básica que subyace a la realidad física. Heráclito nació en la ciudad loniana de Éfeso y se dice que renunció a los privilegios a los que le daba derecho su rango social (quizás la realeza) en favor de su hermano. Las pruebas disponibles sobre su vida son demasiado escasas como para poder hacerse una idea clara. Es una figura solitaria que afirma haber buscado la verdad dentro de sí mismo, y aunque su obra muestra familiaridad con los escritos de otros filósofos, especialmente los de Anaximandro, tanto sus ideas únicas como su peculiar estilo literario lo distinguen.
Se han conservado muchos fragmentos de la obra de Heráclito, conocida comúnmente como Sobre la naturaleza del universo, aunque su interpretación se ve dificultada por su falta de contexto y por el estilo abreviado y oracular en el que fueron escritos. Debido a la dificultad de su pensamiento, Heráclito era conocido en todo el mundo antiguo como “el oscuro” (skoteinos). La base de su filosofía es el mundo de las apariencias, el mundo sensible. Todas las cosas están en constante cambio, por lo que es imposible entrar dos veces en la misma corriente. El cambio se debe a la resolución mutua de los opuestos, como el frío y el calor, el día y la noche, el hambre y la saciedad, aunque subyace a todo cambio y lo guía una unidad básica expresada por la idea del logos. También cree que lo que parece estar en desacuerdo consigo mismo por el conflicto o la tensión es en realidad la expresión de una especie de armonía. Afirma que la verdad del logos está parcialmente expresada por el concepto de Zeus.
La teoría del cambio de Heráclito
Filósofo griego de finales del siglo VI a.C., Heráclito critica a sus predecesores y contemporáneos por su incapacidad de ver la unidad en la experiencia. Afirma que anuncia una Palabra eterna (Logos) según la cual todas las cosas son una, en cierto sentido. Los opuestos son necesarios para la vida, pero están unificados en un sistema de intercambios equilibrados. El mundo en sí mismo consiste en un intercambio de elementos como el de la ley, simbolizado por el fuego. Así, el mundo no se identifica con ninguna sustancia concreta, sino con un proceso continuo regido por una ley de cambio. La ley subyacente de la naturaleza se manifiesta también como una ley moral para los seres humanos. Heráclito es el primer filósofo occidental que va más allá de la teoría física en busca de fundamentos metafísicos y aplicaciones morales.
Heráclito vivió en Éfeso, una importante ciudad de la costa jónica de Asia Menor, no lejos de Mileto, cuna de la filosofía. No sabemos nada de su vida más que lo que se desprende de sus propias declaraciones, ya que todas las biografías antiguas sobre él no son más que inferencias o construcciones imaginarias basadas en sus dichos. Aunque Platón pensaba que escribía después de Parménides, es más probable que lo hiciera antes. Pues critica por su nombre a importantes pensadores y escritores con los que no está de acuerdo, y no menciona a Parménides. Por otra parte, se puede decir que Parménides se hace eco en su poema de las palabras de Heráclito. Heráclito critica a los mitógrafos Homero y Hesíodo, así como a los filósofos Pitágoras y Jenófanes y al historiador Hecateo. Todas estas figuras florecieron en el siglo VI a.C. o antes, lo que sugiere una fecha para Heráclito a finales del siglo VI. Aunque en los fragmentos existentes no habla en detalle de sus opiniones políticas, Heráclito parece reflejar un desprecio aristocrático por las masas y favorecer el gobierno de unos pocos sabios, por ejemplo cuando recomienda a sus conciudadanos que se ahorquen por haber desterrado a su líder más destacado (DK22B121 en la colección Diels-Kranz de fuentes presocráticas).
Cita del río Heráclito
Así, de la mente de un paria, nació la filosofía del flujo, el movimiento del cambio. Aunque en la época de Heráclito se consideraba ilegítima, la doctrina del flujo ha prosperado en las ciencias durante siglos como explicación del movimiento en muchas disciplinas. La propia ciencia obedece a las leyes del cambio perpetuo mediante un crecimiento constante basado en una teoría probada. Si la tecnología es la piedra angular de la civilización, la ciencia es su avance. Así lo demuestra el cambio drástico del mundo de una época a otra. Sin embargo, aunque la ciencia sigue el cambio, las artes también tienen una relación íntima con el flujo. Son las artes las que dan a la humanidad la capacidad de relatar las épocas del pasado a un nivel personal y emocional que no tiene parangón con la simple lectura de la historia. De hecho, la historia recurre a las artes para comprender las culturas y la tecnología del pasado.La doctrina del flujo es realmente inspiradora. Nos impulsa a mí y a mi equipo a ayudarle a comprender el mundo que le rodea siguiendo los métodos de Heráclito: preguntando “¿Por qué el mundo es como es?” y guiándole a través de los inevitables cambios en su comprensión.Referencias:Diels, Hermann y Walther Kranz. Die Fragmente der Vorsokratiker. Zurich: Weidmann, 1985. * Explicación del sistema de numeración Diels-Kranz [http://www.iep.utm.edu/diels-kr/]
La única constante en la vida es el cambio Heráclito
2En primer lugar, una influencia sustantiva que puede ser indirecta e inconsciente, que opera a través de las ideas recibidas y del trasfondo filosófico general. La evaluación de este aspecto implicaría una importante reconstrucción de la historia de las ideas filosóficas antes de Platón y no puede abordarse adecuadamente aquí1 Además, si se identifican las similitudes y los paralelismos entre el pensamiento filosófico de Platón y el de Heráclito como una influencia sustantiva, esto plantea problemas adicionales que acosan el influyente artículo de Kahn sobre la cuestión: ¿hasta qué punto los pasajes que Kahn identifica como “el uso por parte de Platón de ciertas ideas heracliteanas “2 representan una auténtica influencia directa? ¿O acaso son el resultado de que Platón tomara prestadas ideas que estaban vigentes en el entorno intelectual general? ¿Quizás algunos sean incluso casos de paralelismo no causal del pensamiento? Es decir, para identificar los casos de paralelismo como casos de influencia hay que tener o bien una fuerte evidencia interna del autor influenciado, o bien una evidencia externa fiable, o bien un conocimiento circunstancial preciso del trasfondo filosófico que sugiera que la migración de las ideas en cuestión fue posible únicamente como resultado de un contacto intelectual directo. En el caso de Heráclito no tenemos ninguna de las tres cosas.