Cambios en la adolescencia
Los años de la adolescencia también se llaman adolescencia. La adolescencia es una época de brotes de crecimiento y cambios en la pubertad. Un adolescente puede crecer varios centímetros en varios meses, seguido de un periodo de crecimiento muy lento, y luego dar otro estirón. Los cambios de la pubertad (maduración sexual) pueden producirse gradualmente o pueden hacerse visibles varios signos al mismo tiempo.
La maduración sexual y otras maduraciones físicas que se producen durante la pubertad son el resultado de cambios hormonales. En los chicos, es difícil saber exactamente cuándo llega la pubertad. Hay cambios que ocurren, pero se producen de forma gradual y a lo largo de un periodo de tiempo, más que como un evento único. Aunque cada adolescente masculino es diferente, a continuación se indican las edades medias en las que pueden producirse los cambios de la pubertad:
Las chicas también experimentan la pubertad como una secuencia de acontecimientos, pero sus cambios puberales suelen comenzar antes que los chicos de la misma edad. Cada niña es diferente y puede progresar a través de estos cambios de manera diferente. A continuación se indican las edades medias en las que pueden producirse los cambios de la pubertad:
Madurez del cerebro
Tanto la estatura como el peso pueden ser cuestiones delicadas para algunos adolescentes. La mayoría de las sociedades modernas, y los adolescentes que las componen, tienden a favorecer a las mujeres relativamente bajas y a los hombres altos, así como a una complexión corporal algo delgada, especialmente para las chicas y las mujeres. Sin embargo, ni la altura ni la delgadez preferidas por la sociedad son el destino de muchos individuos. El sobrepeso, en particular, se ha convertido en un problema común y grave en la sociedad moderna debido a la prevalencia de dietas ricas en grasas y estilos de vida poco activos (Tartamella, Herscher y Woolston, 2004). Lamentablemente, el sistema educativo también ha contribuido al problema al restringir gradualmente el número de cursos y clases de educación física en las últimas dos décadas.
La altura y el peso medios también están relacionados en cierta medida con el origen racial y étnico. En general, los niños de origen asiático tienden a ser ligeramente más bajos que los de origen europeo y norteamericano. Estos últimos, a su vez, tienden a ser más bajos que los niños de sociedades africanas (Eveleth y Tanner, 1990). La forma del cuerpo también difiere ligeramente, aunque las diferencias no siempre son visibles hasta después de la pubertad. Los jóvenes de origen asiático tienden a tener los brazos y las piernas un poco cortos en relación con sus torsos, y los jóvenes de origen africano tienden a tener los brazos y las piernas relativamente largos. Las diferencias son sólo medias, ya que también hay grandes diferencias individuales.
Cambios físicos en la adolescencia
La pubertad es un periodo de rápido crecimiento y maduración sexual. Estos cambios comienzan en algún momento entre los ocho y los catorce años. Las niñas comienzan la pubertad alrededor de los diez años y los niños aproximadamente dos años después. Los cambios puberales tardan entre tres y cuatro años en completarse. Los adolescentes experimentan un estirón físico general. El crecimiento avanza desde las extremidades hacia el torso. Esto se denomina desarrollo distal-proximal. Primero crecen las manos, luego los brazos y finalmente el torso. El crecimiento físico general se traduce en un aumento de 10-11 pulgadas de altura y de 50 a 75 libras de peso. La cabeza comienza a crecer en algún momento después de que los pies hayan pasado por su período de crecimiento. El crecimiento de la cabeza va precedido del crecimiento de las orejas, la nariz y los labios. La diferencia en estos patrones de crecimiento hace que los adolescentes parezcan torpes y desproporcionados. A medida que el torso crece, también lo hacen los órganos internos. El corazón y los pulmones experimentan un crecimiento espectacular durante este periodo.
Durante la infancia, los niños y las niñas tienen una altura y un peso bastante similares. Sin embargo, las diferencias de género se hacen evidentes durante la adolescencia. Entre los diez y los catorce años aproximadamente, la chica media es más alta, pero no más pesada, que el chico medio. A partir de entonces, el chico medio es más alto y más pesado, aunque ciertamente se observan diferencias individuales. A medida que los adolescentes maduran físicamente, las diferencias de peso son más notables que las de altura. A los dieciocho años, los más pesados pesan casi el doble que los más ligeros, pero los adolescentes más altos sólo son un 10% más altos que los más bajos (Seifert, 2012).
Cambios cerebrales en la adolescencia
Una vez explicados estos dos relatos opuestos sobre el funcionamiento y la arquitectura del cerebro, en la siguiente sección esbozaremos los principales hechos neurobiológicos de la maduración adolescente. A continuación, interpretaremos estos hechos bajo el ámbito de la CCA y la DSP, y explicaremos la gestión emocional adolescente en el contexto del desarrollo neurobiológico y de ambas visiones de la organización cerebral.
Los cambios neuroanatómicos mencionados anteriormente están relacionados con el desarrollo de diferentes características funcionales, como la memoria, el juicio, el descuento temporal de recompensas, la interpretación cognitiva de las emociones, la toma de decisiones, la respuesta a estímulos salientes y la socialización. Cabe destacar que el desarrollo de cada uno de estos procesos no es independiente, sino que están entrelazados entre sí. A continuación resumiremos los principales cambios neurofuncionales asociados a estos procesos, haciendo hincapié en los más relacionados con la emoción y la cognición.
Como nota adicional nos gustaría llamar la atención sobre el hecho de que, en general, todas estas tareas requieren una activación del córtex prefrontal en los adolescentes, mientras que en los adultos esta activación se localiza en la mayoría de las regiones posteriores-parietales o temporales. En consecuencia, la corteza prefrontal está disponible para tareas cognitivas exigentes en los adultos, lo que puede considerarse una disposición adquirida para el desempeño exitoso (Bernacer y Murillo, 2014; Orón, 2014).