¿Qué dijo Alejandro el Grande antes de morir?

¿Qué dijo Alejandro el Grande antes de morir?

¿Existió Alejandro Magno?

Cuando Alejandro Magno, después de conquistar reinos volvió a su país, cayó enfermo lo que le llevó a su lecho de muerte. Reunió a sus generales y les dijo: “Pronto partiré de este mundo, tengo tres deseos, por favor, cúmplanlos sin falta”.

Los generales accedieron a cumplir los últimos deseos de su rey y le preguntaron la razón para hacerlo. Alejandro dijo: “Quiero que el mundo conozca las tres lecciones que acabo de aprender”. El rey interpretó sus deseos y continuó: “Quiero que mis médicos lleven mi ataúd porque la gente debe darse cuenta de que ningún médico en esta tierra puede curar realmente a nadie. Están indefensos ante la muerte”.

La espada de Alejandro Magno

Alejandro, cuando regresaba a su casa después de conquistar muchos reinos, cayó mortalmente enfermo en Babilonia. Mientras yacía en su lecho de muerte en el palacio de Nabucodonosor II, se dio cuenta de la inutilidad de su vasto tesoro de oro, plata y joyas, acumulado a través de sus conquistas con su afilada espada y su poderoso ejército.

Ansiaba llegar a casa. Quería ver por última vez el rostro de su madre antes de partir de este mundo mortal. Pero sabía que su salud, cada vez más débil, no le permitiría llegar a su lejana patria. Llamó a sus generales y les dijo: “Pronto partiré de este mundo, tengo tres deseos, por favor, cúmplanlos sin falta”.

Tras una pausa, el rey continuó: “Mi segundo deseo es que el camino que lleva a mi tumba esté sembrado de oro, plata y piedras preciosas que están en mi tesoro mientras mi cuerpo es llevado a ser enterrado”.

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Uno de los generales favoritos de Alejandro, después de besar su mano y apretarla contra su corazón, le dijo: “Oh rey, te aseguramos que todos tus deseos se cumplirán. Pero, ¿podríais aclararnos por qué pedís deseos tan extraños?”.

Las últimas palabras de Alejandro Magno a los más fuertes

La muerte de Alejandro Magno es un misterio sin resolver. ¿Fue víctima de causas naturales, abatido por algún tipo de fiebre, o lo asesinaron sus mariscales, enfadados por sus formas tiránicas? Una autopsia decidiría la cuestión, pero es demasiado tarde para ello.

El rastro es largo y frío. Todos los que recordaron los terribles quince días de su muerte tenían que proteger su propia reputación y no estaban bajo juramento al publicar sus memorias. El secreto del final de Alejandro no se descubrirá analizando las narraciones controvertidas, sino evaluando su interacción con los demás. ¿Quiénes eran los hombres y mujeres que conocía, y quiénes sus amigos y enemigos? ¿Qué pensaban ellos de él y él de ellos? ¿Dónde estaban sus lealtades y dónde los imperativos del interés propio?

En el año 323 a.C., Alejandro disfrutó de unas vacaciones atrasadas en la lujosa metrópolis de Babilonia, en Mesopotamia. Ésta era una de las grandes ciudades del imperio persa y a lo largo de los siglos se había acostumbrado a atender las necesidades de los invasores. Sus jardines colgantes eran una de las siete maravillas del mundo antiguo. Unas pocas semanas de ocio y placer ininterrumpido eran justo lo que Alejandro y sus cansados soldados necesitaban.

La tumba de Alejandro Magno

Puede ser difícil imaginar el peor escenario posible de morir sin un testamento, pero para la mayoría de la gente, las consecuencias están lejos de 50 años de guerra. Para el legendario Alejandro Magno, eso es exactamente lo que ocurrió. Pero ahora, 2.000 años después de su muerte, es posible que se haya descubierto su última voluntad y testamento.

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A pesar de su condición de leyenda, Alejandro III de Macedonia, comúnmente conocido como Alejandro Magno, murió en Babilonia el 10 u 11 de junio del año 323 a.C., a la edad de 32 años. Su muerte fue tan repentina que, cuando los informes llegaron a Grecia, se pensó que era un engaño. La causa de su muerte es desconocida, pero las teorías incluyen la malaria, la fiebre tifoidea y el veneno. Tanto la malaria como la fiebre tifoidea eran comunes en Babilonia en aquella época.

Tras la muerte de Alejandro, su sucesor no estaba claro. Sus generales afirmaron que sus últimas palabras fueron “al más fuerte”, lo que significaba que su imperio iría al general que pudiera derrotar a los demás en la batalla. Sus posibles sucesores, conocidos como los Diadocos, se repartieron el ejército y libraron una guerra que duró 50 años.

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